El comunicador católico, un viajero sabio que aprendió el arte de vivir. Mons Claudio María Celli.


Traigo un fragmento de la conferencia de Mons. Claudio Maria Celli al inicio de la Reunión Continental RIIAL transmitida a través de la red “episcopo.net”. Pueden encontrarla completa en la página del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales. Nos dice Mons. Celli:

Este mensaje también se dirige a  los comunicadores: “… en el desierto se necesitan sobre todo personas de fe que, con su propia vida, indiquen el camino hacia la Tierra prometida”. Así pues, me pregunto qué significa ser hombre y mujeres de fe para nosotros los comunicadores, que no vemos a la comunicación solamente como una profesión, sino sobre todo como una vocación y una misión. El Papa recientemente ha usado una expresión que  me ha fascinado porque es una respuesta a la misión del comunicador católico: “El viaje es metáfora de la vida, y el viajero sabio es aquel que ha aprendido el arte de vivir y lo comparte con los hermanos” (cf. Sir 34,9-13).

Así, la misión del comunicador en la Iglesia es la de ser un viajero sabio que ha aprendido el arte de vivir y que desea compartir su experiencia a través de los medios; por ejemplo en las redes sociales. ¿Qué significa compartir un camino, mantener viva la esperanza, compartir con los demás la belleza y la verdad de la fe?

 En este año de la fe, invito a usar esta metáfora para los comunicadores y comunicadoras católicos: “un viajero sabio que sepa unir estos dos elementos: sabiduría y audacia [Pablo VI, Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi n. 40]; atento y cuidadoso para que también los alejados encuentren a ese “Alguien” que da sentido a sus vidas”.

Es un gran desafío que puede provocar sentimientos de miedo, incapacidad, limitación o pobreza… pero precisamente se trata del desafío de ser testigos alegres tal cual exhortó Jesús a sus discípulos en la última cena. “Os hablo así para que os alegréis conmigo y vuestra alegría sea completa” (cf. Jn. 15, 11). Tal vez encontremos dificultades en experimentar esa alegría en nuestros corazones, pero no perdamos la confianza de que Él está cerca de nosotros repitiéndonos: “No tengan miedo, yo estoy con ustedes”; y para reforzar aún más, Jesús continúa diciendo: “todos los días”  (cf. Mt. 28, 20).

Este mensaje va directamente dirigido a quienes nos adentramos en el continente digital e intentamos ser testigos creíbles del Evangelio. No es sencillo serlo, hay que unir sabiduría y audacia. Sabiduría que conlleva formación, voluntad, perseverancia, templanza y sobre todo humildad. El que comunica el Evangelio no puede ser más que el mensaje que comunica, ya que entonces estamos suplantando el Mensaje de Cristo y la Iglesia, por nuestro mensaje personal.

Ejemplo que Mons. Celli comparte con nosotros es clarificador. Somos como un viajero sabio … que ha aprendido el arte de vivir y lo comparte con los hermanos. Compartir. Preciosas palabra ¿Cómo acercarnos a los demás para compartir este “arte”? El viajero trae noticias, historias, anécdotas que se comunican sin la prepotencia de quien se cree en al verdad. No hace falta prepotencia para relatar lo que uno ha vivido en primera persona. Comunicamos el testimonio que es nuestra vida, nuestras referencias, nuestra vivencia dentro de la Iglesia y sobre todo Esperanza y alegría.

… la misión del comunicador en la Iglesia es la de ser un viajero sabio que ha aprendido el arte de vivir y que desea compartir su experiencia a través de los medios.

A veces la comunicación no es sencilla porque nos encontramos con los prejuicios que la sociedad utiliza para desactivar el Mensaje cristiano. Ante los prejuicios, sólo el testimonio sincero puede despertar la curiosidad de quien teme el compromiso que conlleva conocer. Aún así, lo habitual es encontrarnos con muchas personas que reciben el testimonio dando preferencia a los cómodos y protectores prejuicios. El testimonio de la vivencia ajena se considera, en el mejor de los casos, como la excepción que confirma la regla. Otras veces, simplemente se nos acusa de mentir y manipular. Pero no desesperemos, nuestro testimonio quedará grabado en la memoria de quien lo recibe y podrá germinar cuando sea su momento. Como el sembrador, lanzamos semillas del Reino y dependerá de cuándo y dónde caigan, el momento propicio para se desarrollen.

Para el cristiano, la comunicación no es una profesión laboral, sino una vocación y una misión que nos lleva a interrelacionarnos y compartirnos. Lejos quedan los tiempos de comunicación unidireccional, ya que vivimos la comunicación 2.0. Las redes sociales no son monólogos, sino comunicación compartida entre iguales.

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