En el año 2004, la Universidad de Salamanca presentó un estudio en que clasificaba a los internautas en cuatro categorías, según su comportamiento y utilización de la red:
- El profesional: aquéllos que dedican largos periodos de su tiempo de trabajo al uso y manejo del ordenador y de Internet para conseguir información, crear contenidos o programas, y si bien esto puede crear adicción, "lo más común es que con el tiempo ese trabajo se pueda convertir en algo pesado y causar cierto hastío, tedio y desencanto"
- El aficionado: sujetos interesados en la Red por sus contenidos y para lograr propósitos, hacer intercambios o socializar, "pero todo en un marco de normalidad, sin establecer demasiados lazos ni que se creen interferencias en el desarrollo normal de sus actividades y obligaciones"
- El adicto: aquellos individuos que "dependen y piensan demasiado en Internet, que interfiere en el desarrollo normal de su vida, actividades y obligaciones, y que sienten la necesidad de incrementar el tiempo de conexión al ordenador"
- El perturbador: incluye a sujetos que por motivos distintos emplean Internet para perjudicar, molestar, aprovecharse y causar daños y problemas a otros usuarios
Centrándonos en el última de la categorías, podríamos preguntarnos qué razones pueden llevar a un perturbador a elegir nuestro blog, página o foro entre sus objetivos. Este tipo de persona disfruta haciendo su labor y la hace muy bien.
¿Qué puede buscar un sujeto así en una página católica? Mi experiencia me lleva a clasificarlos en dos tipos:
- El Troll, que busca únicamente divertirse a costa poner de los nervios al blogger de turno o moderador del foro. Suelen cambiar de nombre, nick o alias para no ser reconocidos. Su talón de Aquiles es la mentira. Solo buscan reírse a costa de los demás.
- El buscador, que siente la necesidad de acercarse y conocer la Fe, pero sus prejuicios le impiden aceptarla. Son tenaces en sus embestidas y no suelen cambiar de nombre, alias o nick. Pueden ser insufribles, pero son sinceros en sus apreciaciones. Intentan demostrar a los demás que son ellos los que tienen la razón y muchas veces lo hacer de manera maleducada y prepotente.
¿Qué hacer con ellos? Básicamente hay que detectar lo antes posible si se trata de un Troll o un buscador. Si es un Troll, la única forma de hacerlo desaparecer es impedirle el acceso. Tras unos días o semanas de frustraciones, buscará un nuevo objetivo más divertido.
El problema surge con los buscadores ¿Qué hacer con los buscadores? Normalmente no se puede sacar mucho de ellos, ya que su objetivo es dejar claro que tienen la razón. Pero algunas veces, los buscadores encuentran lo que necesitan y recapacitan. Otras veces se tarda años en conseguir que un buscador evolucione y empiece a respetar a quienes no piensan como él. Pero, en todos los casos, tras muchas discusiones y diálogos, alguna semilla del Evangelio se suele pegar a su alma y unas pocas ocasiones, la semilla germina. El poder de Dios hace posible lo imposible y la Fe abre camino en la oscuridad de un alma.
Nos podríamos preguntar si somos capaces de reconocer a estas personas ¿Cómo podemos tratarlas de manera cristiana?¿Qué tono utilizar en nuestras respuestas a sus nada comedidos comentarios?¿Hasta dónde podremos llevar nuestra paciencia con ellos?
No es fácil tratar a estas personas, pero la caridad también tiene cabida entre los bits de Internet.