He tomado algunas nociones del artículo 11 Simple Concepts to Become a Better Leader y los he pasado por el tamiz del cristianismo. Al evangelizar en los medios, no pretendemos vender nada. Más bien todo lo contrario, debemos aceptar a quien tenemos delante nuestra y comunicarle nuestro afecto y cercanía. Lo demás, podrá venir después.
Comunicar es un arte que tiene parte innata y parte de aprendizaje. La parte innata tiene su fundamento en la honestidad con la que nos presentamos a los demás. Por muy buenos comunicadores que seamos, tarde o temprano la falta de sinceridad nos ata las manos y nos hace incapaces de seguir adelante. La sencillez es en parte innata, pero tiene mucho de aprendizaje. La sencillez no nace de la nada, sino de tener ordenadas las ideas y conocer los puntos claves de lo que queremos comunicar. Para ello la claridad es imprescindible. Sin claridad, todo lo que comuniquemos resultará complicado e inconexo.
Para que estas tres virtudes de la comunicación echen raíces en nosotros, son necesarias otra serie de elementos:
- Saber escuchar. Quien mejor comunica es quien sabe lo que necesita la persona que tiene delante. En las redes sociales hay personas que necesitan ser escuchadas. No es raro que estas personas se acerquen a nosotros y creen lazos de cercanía que van ablandando sus prejuicios y sus miedos. Es un camino a veces de meses o años que hay que saber conducir con paciencia y esperanza.
- Saber introducir hechos reales o anécdotas. Los testimonios reales sirven de fijadores de la ideas, ya que las historias se viven inconscientemente por parte de quienes las escuchan. Los expertos en marketing le llaman Storytelling. Hoy en día es de suma importancia para conseguir transmitir emociones y sensaciones.
- Adaptabilidad. No hay caminos de comunicación estándares. Cada persona es un mundo y cada caso está lleno de particularidades. Atender a estas particularidades es lo que nos permite acercarnos a quien tenemos delante nuestra.
- Pasión. ¿Se puede comunicar algo que no es importante para nosotros? Seguramente consigamos hablar de superficialidades, pero difícilmente podremos compartir la profundidad de aquello que no nos apasiona.
- Propiciar la sorpresa y el agrado. Lo que nos sorprende centra nuestra atención. Lo que es agradable, se acepta con facilidad. Alguno se preguntará como decir a una persona que está actuando mal sin que esto sea desagradable para ella. Bueno, a lo mejor hay que propiciar que sea ella misma la que se sincere con sí misma, reconociendo sus errores. Ese es el mejor principio. Acusar rara vez produce efectos positivos en quien es acusado.
- Agradecimiento. Sea cual sera el proceso de comunicación, quien se toma el trabajo de hablar con nosotros, merece nuestro agradecimiento. Aunque nos diga que nuestras ideas no le gustan y las rechaza. El problema de nos impide comunicar es el desafecto. No hay muralla más alta que el silencio y la desafección de quien tenemos a nuestro lado.