El Kerigma en las redes sociales. El símil de una gota de aceite.


Pensemos qué sucede cuando ponemos una gota de aceite sobre la superficie del agua. Algo similar sucede con la evangelización en las redes sociales. Cuando formamos grupos y comunidades virtuales, tendemos a crear un espacio cerrado donde nos sentimos cómodos y seguros. En este espacio compartimos enlaces, materiales, comentamos, aprendemos, enseñamos e incluso colaboramos, pero ¿Existe una evangelización plena dentro de estos mini universos sociales?

El Arzobispo Ángelo Amato, siendo secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, nos indicó con certeza a qué nos referimos al hablar de evangelizar: “evangelizar significa no solamente enseñar una doctrinasino anunciar al Señor Jesús con palabras y acciones, es decir hacerse instrumento de su presencia y de su acción en el mundo". "Es tarea prioritaria de la Iglesia conducir a los seres humanos a la amistad con Jesucristo en la libertad y el respeto de la conciencia ajena

Evangelizar, por lo tanto, tiene tres dimensiones:

  1. Anuncio (Kerigma)
  2. Formación (Catequesis)
  3. Compromiso (Diakonia)
Podemos pensar si estas tres dimensiones aparecen dentro de nuestra acción como cristianos en las redes sociales.

El Kerigmase difunde a quienes no creen o quienes tienen dudas. Es una llamada a conocer a Cristo y empatizar con su Persona y Mensaje. El Kerigma no es fácil de lanzar hoy en día, ya que la sociedad está “vacunada” para rechazar el cristianismo a través de prejuicios muy bien cimentados. El Kerigma se compone de elementos emotivo-sociales que buscan impactar sobre nuestra realidad humana y darle sentido. Actúa como un martillo que rompe la muralla de prejuicios y establece una vía de comunicación por la que posteriormente podremos ir profundizando en la Persona de Cristo y su Mensaje

La Catequesis, necesita de personas que ya hayan aceptado el Kerigma y deseen penetrar en el Misteriopresente en el cristianismo. Esta dimensión de la evangelización necesita de paciencia y continuidad. En las redes es sencillo realizar una labor catequética, ya que los lazos creados nos permiten compartir, aprender y enseñar.

El Compromisoes tan importante como el Kerigma y la Catequesis. Si no damos testimonio creíble con nuestra vida y acciones ¿Quién nos creerá? ¿Qué compromiso podemos fomentar en las redes? Podemos fomentar que nos convirtamos en nudos de evangelización activa, podemos fomentar la oración común y vida sacramental, proyectos comunes, causas humanitarias, etc.

Volvamos a la pregunta inicial: ¿Existe una evangelización plena dentro de estos mini universos sociales en los que nos movemos?

La respuesta es depende y según. Normalmente tendemos a crear gotas sociales de aceite que flotan sin mezclarse con agua. En todas las comunidades virtuales aparecen límites que nos impiden llegar fácilmente más allá de quienes nos siguen y seguimos. Dentro de estas gotas de aceite se puede hacer un desarrollo catequético interesante, se pueden promover acciones de ayuda y compromiso, pero difícilmente podemos lanzar el Kerigma sin salir de la cómoda burbuja donde nos alojamos.

Ahora ¿Cómo salir de la burbuja? No nos queda más que salir a la plaza pública digital (Areópagos), es decir, acceder a foros o grupos abiertos donde se traten temas más o menos afines con nuestra Fe.

Para acceder a estos  Areópagos hay que tener en cuenta que:

  1. Aunque haya muchos lectores, habrá pocos participantes activos. De los participantes, la mayoría de los participantes activos nos recibirá mal o a lo sumo, se nos tolerará. No pasa nada, que esto sea así es bueno, ya que la polémica atrae a muchas personas y malo, si esta pugna nos hace olvidar nuestro verdadero objetivo.
  2. Cuando intervengamos tenemos que pensar la mayoría silenciosa que parece que no existe. Esta mayoría silenciosa espera ver qué decimos y como actuamos.
  3. Los temas que tratemos no pueden ser doctrinales o demasiado profundos. Hay que centrarse en lo que nos une a todos los humanos, sobre todo el sentido de la vida y el sufrimiento. Debemos mostrar que existen respuestas para esos anhelos que todos llevamos dentro y que, sobre todo, estas respuestas nos hacen equilibrados, honestos, pacientes, respetuosos y cercanos unos a otros.
  4. No entremos en guerra ni en guerrillas que nos resten tiempo, motivación y sobre todo, oculten el testimonio que venimos a traer.
  5. Busquemos estar presentes con constancia y con propuestas interesantes que hagan protagonistas a los demás. Considerémonos más animadores que protagonistas.
  6. A la hora de comunicar con quienes tienen prejuicios, siempre es mejor hacer preguntas que fustigar con constantes anatemas.
  7. No estemos presentes en más de dos o tres de estos foros. Mejor tener uno y conocer a quienes participan en el, que participar en 10 foros y parecer que siempre llegas tarde.
Si somos pacientes, habrá personas que se irán sumando a nuestras amistades e irán penetrando en espacios de catequesis y compromiso que hayamos creado. Pensemos que nosotros somos simples distribuidores de la semilla. Que germine y de fruto, depende de quien la recibe y de Dios mismo.

Espero que estos consejos les sean útiles 

Las redes sociales deben ser verdaderamente inclusivas


Sigo comentando el mensaje del Santo Padre para la 47º Jornada de las Comunicaciones Sociales:

Las redes sociales deben afrontar el desafío de ser verdaderamente inclusivas: de este modo, se beneficiarán de la plena participación de los creyentes que desean compartir el Mensaje de Jesús y los valores de la dignidad humana que promueven sus enseñanzas. En efecto, los creyentes advierten, de modo cada vez más claro, que si la Buena Noticia no se da a conocer también en el ambiente digital podría quedar fuera del ámbito de la experiencia de muchas personas para las que este espacio existencial es importante. El ambiente digital no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana de muchos, especialmente de los más jóvenes. Las redes sociales son el fruto de la interacción humana pero, a su vez, dan nueva forma a las dinámicas de la comunicación que crea relaciones; por tanto, una comprensión atenta de este ambiente es el prerrequisito para una presencia significativa dentro del mismo.

La capacidad de utilizar los nuevos lenguajes es necesaria no tanto para estar al paso con los tiempos, sino precisamente para permitir que la infinita riqueza del Evangelio encuentre formas de expresión que puedan alcanzar las mentes y los corazones de todos. En el ambiente digital, la palabra escrita se encuentra con frecuencia acompañada de imágenes y sonidos. Una comunicación eficaz, como las parábolas de Jesús, ha de estimular la imaginación y la sensibilidad afectiva de aquéllos a quienes queremos invitar a un encuentro con el misterio del amor de Dios. Por lo demás, sabemos que la tradición cristiana ha sido siempre rica en signos y símbolos: pienso, por ejemplo, en la cruz, los iconos, el belén, las imágenes de la Virgen María, los vitrales y las pinturas de las iglesias. Una parte sustancial del patrimonio artístico de la humanidad ha sido realizada por artistas y músicos que han intentado expresar las verdades de la fe.

Benedicto XVI nos señala varias ideas interesantes:

  • Las redes sociales tienen que ser inclusivas, es decir, tienen que ser abiertas a los demás.
  • El ambiente digital es parte de la realidad cotidiana, por lo que es necesario tomarla en cuenta.
  • Los nuevos lenguajes nos permiten alcanzar las mentes de muchas personas, que no conocen los lenguajes tradicionales. Es más, incluso pueden tener serios prejuicios de estos lenguajes.
  • En el ambiente digital, los símbolos son tan importantes como en la vida real. Es más, la realidad digital es principalmente simbólica.
Vamos a ir comentado cada uno de estos puntos:

Inclusividad: Todas las redes sociales presentan la tendencia a crear burbujas de comunicación que reúnen a personas que tienen las mismas premisas y entendimientos. En el límite de la burbuja, están aquellas personas interesadas en lo que se dice, pero que no desean tomar parte activa en la conversación. Estas personas actúan como muros de contención de la burbuja, ya que no retransmiten lo que reciben. El Papa nos dice que las redes deben de ser inclusivas, lo que significa que debemos ser capaces de incluir a estas personas y ayudarles a integrarse activamente en la comunidad que se ha creado. El problema es que el contacto con estas personas es complicado, ya que su capacidad de relación está coartada por miedos o prejuicios. Para romper este muro, tendríamos que dedicar tiempo a cada una de estas personas y hacerlo con paciencia y proporción. Esta labor inclusiva no tiene porque ser trabajo de una sola persona. Dentro de cada comunidad puede haber un grupo de personas que se dediquen a este apostolado personal y directo. También pueden ir rotando las personas encargadas.

Las redes virtuales son parte de la realidad personal. Esto es algo que muchas personas no llegan a entender, lo que genera un prejuicio de calidad de las relaciones que establece en la virtualidad. No cabe duda que las relaciones personales reales tienen un plus de cercanía, pero también pueden crearse amistades de cierto nivel. Lo más interesante de esto no es la amistad en si misma, que es una herramienta, sino que la amistad crea comunidad y la comunidad conlleva compromiso entre quienes la conforman.

Los nuevos lenguajes. Los católicos tendemos a utilizar un lenguaje especial que resulta ininteligible para muchas personas. Incluso hay personas católicas practicantes que desconocen este lenguaje por falta de formación. El problema es que no podemos evangelizar si no poseemos un lenguaje común a través del cual comunicarnos ¿Cómo actuar? Hay tres opciones, pero ninguna soluciona este problema:

1.     Adaptar la evangelización al lenguaje socialmente aceptado. Esto conlleva problemas, ya que hay conceptos que son imposibles de utilizar por los prejuicios del receptor. Por ejemplo, todo lo que suene a pecado, será rechazado sin llegar a ser considerado. Podemos utilizar sinónimos como vicio, defecto, mala costumbre, malos hábitos, pero ninguno de ellos llega a adaptarse al mensaje que queremos entregar.

2.     Utilizar un lenguaje eclesial atenuado. Esto puede ser útil con personas que tienen la voluntad de entender lo que les decimos, pero con las demás difícilmente contactaremos. Por ejemplo, si hablamos de gracia a una persona que quiere entender porque la Iglesia no desaparece, podremos explicar hasta cierto punto a lo que nos referimos. Pero si hablamos de estos temas con alguien con prejuicios y mencionamos la gracia, se reirá en nuestra cara.

3.   Trabajar en la búsqueda de un lenguaje común lentamente y con mucha paciencia. Esto puede llevar meses, años o incluso no llegar a completarse nunca. Puede ser interesante tomar esta vía cuando tenemos que convivir con alguien y podemos darnos el lujo de ir ganando terreno milímetro a milímetro.

Lo cierto es que el mismo Cristo tuvo que enfrentarse al problema del lenguaje y ni el fue capaz de establecer comunicación con quienes no le querían escuchar.

Los símbolos. Muchas veces los símbolos nos ayudan a comunicarnos más fielmente que las largas explicaciones. Esto se hace más evidente cuando utilizamos símiles o parábolas. El mundo digital está lleno de símbolos que pueden ser utilizados por nosotros para comunicar el evangelio, pero el problema es saber utilizarlos sin que el mensaje pierda parte de lo que queremos comunicar. Esto se produce porque los símbolos postmodernos suelen ser símbolos de consistencia líquida, por lo que pueden ser adaptados a lo que nos interesa en cada momento. En tiempos de Jesús, los símbolos eran mucho más sólidos y era sencillo utilizarlos. Un ejemplo. Podríamos utilizar el modelo del Hacker como símil del cristiano y el movimiento Hacker, como símil del cristianismo. El problema es que dentro del símil desaparecen elementos muy importantes, como la trascendencia y la justicia verdadera. De todas formas hay ciertos símiles que son útiles. Pienso en la creación de comunidades virtuales que reúnen a personas de todo el mundo y nos permiten trabajar y vivir unidos. Este símil se acerca a la Comunión de los Santos y es útil para hacerla entender a quienes no han tenido experiencia de las comunidades eclesiales. También es útil pensar en las redes de comunicación como elementos de la Providencia Divina. ¿Cómo actúa la Providencia Divina? Haciendo que las herramientas que se desarrollan con otros objetivos, sean ideales para la difusión del Mensaje Cristiano.

Estos cuatro puntos que el Papa nos ha indicado, deben hacernos reflexionar, ya que contienen muchas oportunidades para nuestro apostolado virtual... y real. ¿Por qué no?

Las redes sociales requieren un compromiso


El desarrollo de las redes sociales requiere un compromiso: las personas se sienten implicadas cuando han de construir relaciones y encontrar amistades, cuando buscan respuestas a sus preguntas, o se divierten, pero también cuando se sienten estimuladas intelectualmente y comparten competencias y conocimientos. Las redes se convierten así, cada vez más, en parte del tejido de la sociedad, en cuanto que unen a las personas en virtud de estas necesidades fundamentales. Las redes sociales se alimentan, por tanto, de aspiraciones radicadas en el corazón del hombre.

La cultura de las redes sociales y los cambios en las formas y los estilos de la comunicación suponen todo un desafío para quienes desean hablar de verdad y de valores. A menudo, como sucede también con otros medios de comunicación social, el significado y la eficacia de las diferentes formas de expresión parecen determinados más por su popularidad que por su importancia y validez intrínsecas. La popularidad, a su vez, depende a menudo más de la fama o de estrategias persuasivas que de la lógica de la argumentación. A veces, la voz discreta de la razón se ve sofocada por el ruido de tanta información y no consigue despertar la atención, que se reserva en cambio a quienes se expresan de manera más persuasiva. Los medios de comunicación social necesitan, por tanto, del compromiso de todos aquellos que son conscientes del valor del diálogo, del debate razonado, de la argumentación lógica; de personas que tratan de cultivar formas de discurso y de expresión que apelan a las más nobles aspiraciones de quien está implicado en el proceso comunicativo. El diálogo y el debate pueden florecer y crecer asimismo cuando se conversa y se toma en serio a quienes sostienen ideas distintas de las nuestras. «Teniendo en cuenta la diversidad cultural, es preciso lograr que las personas no sólo acepten la existencia de la cultura del otro, sino que aspiren también a enriquecerse con ella y a ofrecerle lo que se tiene de bueno, de verdadero y de bello» (Discurso para el Encuentro con el mundo de la cultura, Belém, Lisboa, 12 mayo 2010).
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Las redes sociales son tan viejas como el ser humano, incluso podemos encontrarlas en los animales. Lo verdaderamente novedoso de las redes sociales actuales es que las relaciones humanas no están limitadas por tiempo y espacio y eso se ha conseguido gracias a las redes sociales virtuales.

La pregunta que flota en el ambiente de estos dos párrafos del mensaje del Papa para las 47ª jornadas de las Comunicaciones Social, es: ¿Para qué nos relacionamos con otras personas? Su Santidad nos recuerda una serie de elemento fundamentales en toda relación humana y por lo tanto, imprescindibles en las redes sociales virtuales.

La pregunta ¿Para qué nos relacionamos con otras personas? sólo tiene tres posibles respuestas: buscamos información, formación o diversión. Dicho esto, hemos de considerar que el cristiano tiene una misión adicional que impregna toda su vida y su relación con los demás: llevar el mensaje de Cristo a los demás. Pero las relaciones no pueden se meras herramientas que nos lleven a cumplir objetivos. También hay una dimensión de afecto y disfrute mutuo de gran importancia ¿Cómo se compagina esto?

 “las personas se sienten implicadas cuando han de construir relaciones y encontrar amistades, cuando buscan respuestas a sus preguntas, o se divierten, pero también cuando se sienten estimuladas intelectualmente y comparten competencias y conocimientos.

Su Santidad lo deja claro: “El desarrollo de las redes sociales requiere un compromiso” ¿Compromiso? ¿Cuál? ¿De quién?

En las redes tenemos que implicarnos con sinceridad y honestidad para dar testimonio de Cristo informando, formado e incluso en la diversión. Tenemos que compartirnos con afecto y anunciar el mensaje de Cristo:

El compromiso es nuestro y se puede formular de manera muy sencilla: Ser sinceros en las relaciones de amistar y afecto que vayamos a crear a través de la red. Por otra parte, si realmente somos sinceros, el mensaje de Cristo debe fluir a través nuestra de forma coherente y consistente. “El diálogo y el debate pueden florecer y crecer asimismo cuando se conversa y se toma en serio a quienes sostienen ideas distintas de las nuestras” Respetar la opinión de los demás y reconocer su dignidad es primordial.

Nuestro diálogo tiene que ser siempre acogedor y cercano, lo que conlleva un problema importante asociado a la coherencia y firmeza que debemos demostrar. Dar valor a lo que otras personas nos indiquen, no quiere decir que aceptemos lo que nos proponen. Debatir con alegría y afecto implica señalar las diferencias que tenemos sin que estas diferencias nos hagan enemigos. Al menos por nuestra parte, claro.

Pero en la red no se le da más validez a aquello que está mejor argumentado, ya que se le da mucha importancia a la relevancia de quien lo dice. Esto lo podemos ver en las cuentas y perfiles de los famosos. En estas cuentas y perfiles se agolpan cientos de miles o millones de personas que están dispuestas a recibir lo que el famoso les diga sin poner en cuestión lo que se le entrega. La “admiración” que pasa a ser idolatría, obtura el entendimiento de demasiadas personas, sobre todo jóvenes. Lo triste es que estos jóvenes, tarde o temprano, se dan cuenta que los ídolos de cartón no responden a sus expectativas y pierden la confianza en todo aquello que les supera a ellos mismos.

Una de las razones que hacen que la presencia de Benedicto XVI en twitter sea una bendición, es que aparece como una figura que, desde la humildad, señala el camino de Cristo y además, lo hace con relevancia. Ya tiene más de dos millones de seguidores, lo que le coloca entre las figuras principales del universo twitter.

Pero ¿Qué relevancia podemos tener nosotros? Quizas un par de cientos o algunos miles de seguidores. ¿Es eso poco? Si a través de las redes sociales propagamos el mensaje de Cristo y hay una sola persona que nos escucha y guarda la semilla que dispersamos, ya hemos cumplido con la misión que nos encomendó Cristo. No creamos que podremos transformar el mundo con nuestra presencia, pero cientos de miles de pequeñas presencias, si pueden cambiar al mundo.

¡Ánimo Blogueros e internautas cristianos!