«Redes Sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios para la evangelización»

Creo interesante volver a repasar el mensaje para la Jornada Mundial de las comunicaciones sociales, que el Papa Emérito, Benedicto XVI, nos dejo ya hace 9 años. Nueve años es mucho tiempo, pero resulta sorprendentemente actual y esclarecedor. La importancia de la comunicación eclesial se centra en llevar a Cristo a toda persona y todo lugar. Las medias verdades que nos son veneno que circula por las redes. Veneno, porque nos hace creer y entender la realidad de forma interesada y errónea. Las redes sociales son el foco en donde la Verdad, Cristo, sube al Calvario, donde es ajusticiado por los intereses humanos y políticos. Como cristianos, deberíamos de ser sumamente cuidadosos con todo lo que se dice y se publica. Hay mucho veneno que busca que nuestra fe de debilite o quede anquilosada. 



 MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

PARA LA XLVII JORNADA MUNDIAL
DE LAS COMUNICACIONES SOCIALES

«Redes Sociales: portales de verdad y de fe; nuevos espacios para la evangelización»

 

Queridos hermanos y hermanas:

Ante la proximidad de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de 2013, deseo proponeros algunas reflexiones acerca de una realidad cada vez más importante, y que tiene que ver con el modo en el que las personas se comunican hoy entre sí. Quisiera detenerme a considerar el desarrollo de las redes sociales digitales, que están contribuyendo a que surja una nueva «ágora», una plaza pública y abierta en la que las personas comparten ideas, informaciones, opiniones, y donde, además, nacen nuevas relaciones y formas de comunidad.

Estos espacios, cuando se valorizan bien y de manera equilibrada, favorecen formas de diálogo y de debate que, llevadas a cabo con respeto, salvaguarda de la intimidad, responsabilidad e interés por la verdad, pueden reforzar los lazos de unidad entre las personas y promover eficazmente la armonía de la familia humana. El intercambio de información puede convertirse en verdadera comunicación, los contactos pueden transformarse en amistad, las conexiones pueden facilitar la comunión. Si las redes sociales están llamadas a actualizar esta gran potencialidad, las personas que participan en ellas deben esforzarse por ser auténticas, porque en estos espacios no se comparten tan solo ideas e informaciones, sino que, en última instancia, son ellas mismas el objeto de la comunicación.

El desarrollo de las redes sociales requiere un compromiso: las personas se sienten implicadas cuando han de construir relaciones y encontrar amistades, cuando buscan respuestas a sus preguntas, o se divierten, pero también cuando se sienten estimuladas intelectualmente y comparten competencias y conocimientos. Las redes se convierten así, cada vez más, en parte del tejido de la sociedad, en cuanto que unen a las personas en virtud de estas necesidades fundamentales. Las redes sociales se alimentan, por tanto, de aspiraciones radicadas en el corazón del hombre.

La cultura de las redes sociales y los cambios en las formas y los estilos de la comunicación suponen todo un desafío para quienes desean hablar de verdad y de valores. A menudo, como sucede también con otros medios de comunicación social, el significado y la eficacia de las diferentes formas de expresión parecen determinados más por su popularidad que por su importancia y validez intrínsecas. La popularidad, a su vez, depende a menudo más de la fama o de estrategias persuasivas que de la lógica de la argumentación. A veces, la voz discreta de la razón se ve sofocada por el ruido de tanta información y no consigue despertar la atención, que se reserva en cambio a quienes se expresan de manera más persuasiva. Los medios de comunicación social necesitan, por tanto, del compromiso de todos aquellos que son conscientes del valor del diálogo, del debate razonado, de la argumentación lógica; de personas que tratan de cultivar formas de discurso y de expresión que apelan a las más nobles aspiraciones de quien está implicado en el proceso comunicativo. El diálogo y el debate pueden florecer y crecer asimismo cuando se conversa y se toma en serio a quienes sostienen ideas distintas de las nuestras. «Teniendo en cuenta la diversidad cultural, es preciso lograr que las personas no sólo acepten la existencia de la cultura del otro, sino que aspiren también a enriquecerse con ella y a ofrecerle lo que se tiene de bueno, de verdadero y de bello» (Discurso para el Encuentro con el mundo de la cultura, Belém, Lisboa, 12 mayo 2010).

Las redes sociales deben afrontar el desafío de ser verdaderamente inclusivas: de este modo, se beneficiarán de la plena participación de los creyentes que desean compartir el Mensaje de Jesús y los valores de la dignidad humana que promueven sus enseñanzas. En efecto, los creyentes advierten de modo cada vez más claro que si la Buena Noticia no se da a conocer también en el ambiente digital podría quedar fuera del ámbito de la experiencia de muchas personas para las que este espacio existencial es importante. El ambiente digital no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana de muchos, especialmente de los más jóvenes. Las redes sociales son el fruto de la interacción humana pero, a su vez, dan nueva forma a las dinámicas de la comunicación que crea relaciones; por tanto, una comprensión atenta de este ambiente es el prerrequisito para una presencia significativa dentro del mismo.

La capacidad de utilizar los nuevos lenguajes es necesaria no tanto para estar al paso con los tiempos, sino precisamente para permitir que la infinita riqueza del Evangelio encuentre formas de expresión que puedan alcanzar las mentes y los corazones de todos. En el ambiente digital, la palabra escrita se encuentra con frecuencia acompañada de imágenes y sonidos. Una comunicación eficaz, como las parábolas de Jesús, ha de estimular la imaginación y la sensibilidad afectiva de aquéllos a quienes queremos invitar a un encuentro con el misterio del amor de Dios. Por lo demás, sabemos que la tradición cristiana ha sido siempre rica en signos y símbolos: pienso, por ejemplo, en la cruz, los iconos, el belén, las imágenes de la Virgen María, los vitrales y las pinturas de las iglesias. Una parte sustancial del patrimonio artístico de la humanidad ha sido realizada por artistas y músicos que han intentado expresar las verdades de la fe.

En las redes sociales se pone de manifiesto la autenticidad de los creyentes cuando comparten la fuente profunda de su esperanza y de su alegría: la fe en el Dios rico de misericordia y de amor, revelado en Jesucristo. Este compartir consiste no solo en la expresión explícita de la fe, sino también en el testimonio, es decir, «en el modo de comunicar preferencias, opciones y juicios que sean profundamente concordes con el Evangelio, incluso cuando no se hable explícitamente de él». (Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales 2011). Una forma especialmente significativa de dar testimonio es la voluntad de donarse a los demás mediante la disponibilidad para responder pacientemente y con respeto a sus preguntas y sus dudas en el camino de búsqueda de la verdad y del sentido de la existencia humana. La presencia en las redes sociales del diálogo sobre la fe y el creer confirma la relevancia de la religión en el debate público y social.

Para quienes han acogido con corazón abierto el don de la fe, la respuesta radical a las preguntas del hombre sobre el amor, la verdad y el significado de la vida ―que están presentes en las redes sociales― se encuentra en la persona de Jesucristo. Es natural que quien tiene fe desee compartirla, con respeto y sensibilidad, con las personas que encuentra en el ambiente digital. Pero en definitiva los buenos frutos que el compartir el Evangelio puede dar, se deben más a la capacidad de la Palabra de Dios de tocar los corazones, que a cualquier esfuerzo nuestro. La confianza en el poder de la acción de Dios debe ser superior a la seguridad que depositemos en el uso de los medios humanos. También en el ambiente digital, en el que con facilidad se alzan voces con tonos demasiado fuertes y conflictivos, y donde a veces se corre el riesgo de que prevalezca el sensacionalismo, estamos llamados a un atento discernimiento. Y recordemos, a este respecto, que Elías reconoció la voz de Dios no en el viento fuerte e impetuoso, ni en el terremoto o en el fuego, sino en el «susurro de una brisa suave» (1R 19,11-12). Confiemos en que los deseos fundamentales del hombre de amar y ser amado, de encontrar significado y verdad ―que Dios mismo ha colocado en el corazón del ser humano― hagan que los hombres y mujeres de nuestro tiempo estén siempre abiertos a lo que el beato cardenal Newman llamaba la «luz amable» de la fe.

Las redes sociales, además de instrumento de evangelización, pueden ser un factor de desarrollo humano. Por ejemplo, en algunos contextos geográficos y culturales en los que los cristianos se sienten aislados, las redes sociales permiten fortalecer el sentido de su efectiva unidad con la comunidad universal de los creyentes. Las redes ofrecen la posibilidad de compartir fácilmente los recursos espirituales y litúrgicos, y hacen que las personas puedan rezar con un renovado sentido de cercanía con quienes profesan su misma fe. La implicación auténtica e interactiva con las cuestiones y las dudas de quienes están lejos de la fe nos debe hacer sentir la necesidad de alimentar con la oración y la reflexión nuestra fe en la presencia de Dios, y también nuestra caridad activa: «Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe» (1 Co 13,1).

Existen redes sociales que, en el ambiente digital, ofrecen al hombre de hoy ocasiones para orar, meditar y compartir la Palabra de Dios. Pero estas redes pueden asimismo abrir las puertas a otras dimensiones de la fe. De hecho, muchas personas están descubriendo, precisamente gracias a un contacto que comenzó en la red, la importancia del encuentro directo, de la experiencia de comunidad o también de peregrinación, elementos que son importantes en el camino de fe. Tratando de hacer presente el Evangelio en el ambiente digital, podemos invitar a las personas a vivir encuentros de oración o celebraciones litúrgicas en lugares concretos como iglesias o capillas. Debe de haber coherencia y unidad en la expresión de nuestra fe y en nuestro testimonio del Evangelio dentro de la realidad en la que estamos llamados a vivir, tanto si se trata de la realidad física como de la digital. Ante los demás, estamos llamados a dar a conocer el amor de Dios, hasta los más remotos confines de la tierra.

Rezo para que el Espíritu de Dios os acompañe y os ilumine siempre, y al mismo tiempo os bendigo de corazón para que podáis ser verdaderamente mensajeros y testigos del Evangelio. «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16,15).

Vaticano, 24 de enero de 2013, fiesta de san Francisco de Sales

 

BENEDICTUS PP. XVI

Redes Sociales y Evangelización

 Actualización y ampliación del post Evangelizar en Google + y otras redes sociales (Catholic.net)

Aparte de Facebook y Twitter existen una gran cantidad redes sociales. Cada día se crean más y más. De hecho, la proliferación de redes sociales es da lugar a burbujas sociales cada vez más pequeñas y auto-referenciales. Postmodernidad que nos separa y aísla, casi sin darnos cuenta. Cada vez hay más redes sociales a nuestra disposición. 

La evangelización necesita personas con quienes interaccionar. Las redes sociales son las estructuras de red que permiten esta interrelación e intercambio de mensajes/materiales. La segmentación extrema de estos espacio dificulta mucho la evangelización. ¿Por qué? Porque el flujo comunicativo interno tiende a ser exclusivista e fuertemente ideologizado. La ideologización es uno de problemas más fuertes a los que nos enfrentamos en la sociedad y en la misma Iglesia.

Existen sociales generalistas y sectoriales. Un ejemplo de red social generalista puede se Facebook, mientras que una red social sectorial puede ser LinkedIn, especializada en aspectos laborales y profesionales. Las redes sociales aparecen y persisten, en la medida en que haya personas interesadas en estos espacios sociales. Las redes sociales nacen, crecen, se transforman y mueren. Son como seres vivimos, cuyas células seríamos los integrantes de la misma. ¿Se transforman? Las redes cambian en la medida que existe flexibilidad y sus integrantes lo desean. Un ejemplo sería Twitter que nació con una vocación de microBlogging y que se ha ido transformando desde un espacio de diálogo y a un espacio de enfrentamiento socio-político. Otro ejemplo es Youtube. Nació como un portal de videos, pero ha ido transformándose en un espacio social muy flexible. Las limitaciones de interacción de Youtube han propiciado la aparición de otra red social: Twitch. En la medida que Twitch sea capaz de crear formas de interacción efectivas, es posible que también vaya cambiando poco a poco.

En estos momentos, inicio del 2022, tenemos muchas redes basadas en la interacción  en tiempo real, mediante video y sonido. Las redes asíncronas (Facebook original) también se han ido dotando de herramientas de comunicación síncrona basadas en video o sonido. 

Dentro de las redes, la estructuración social también ha ido cambiando. Ha crecido fuertemente una estructuración social de tipo piramidal, en cuya arista superior tenemos: el "Influencer". En la base piramidal tenemos los seguidores (Followers). Los influencers interaccionan y colaboran entre ellos, para ganar seguidores y atractivo social (cuerpo piramidal). Los Influencers se han convertido en los motores de conexión que entretienen por medio de la creatividad de su presencia y diálogos. Las redes de video están desarrollando formas de interacción para crear engaging (compromiso, enganche, etc) entre los Influencers y sus Followers. Ejemplo de ello son Instagram o TikTok,  La presencia y empoderamiento de los Influencers conlleva una oportunidad y también un serio problema a la hora de la evangelización en las redes. Par tener espacio social en las redes está siendo imprescindible que uno o varios influncers asentados cedan espacio y protagonismo al evangelizador. 

Al tiempo que la estructuración piramidal ha ido creciendo, las estructuras comunitarias han ido reduciendo su presencia y relevancia en las redes sociales. En este sentido, la comunicación se ha convertido en una realidad con tendencia casi unidirecional desde los Influencers a los Followers. Sólo si al Influencer le interesa, se premia a un Follower dando relevancia su aportación o comentario. El engaging (compromiso) de los Followers se potencia con una adecuada gestión de sus aportaciones. No pueden tener más relevancia que el propio "influencer" y al mismo tiempo, deben generar expectativas motivadoras para generar más followers.

¿Cómo podemos evangelizar en las redes actuales? No hay una fórmula mágica que se pueda proponer.  Algunas personas llevan años potenciando su presencia y relevancia como influencers. Esto, evidentemente genera engaging y opciones de atraer a personas interesadas en determinado mensaje, estética y formas comunicativas. No creamos que los Followers se consiguen con lo que decimos. La realidad es que lo que genera más atractivo es "cómo lo decimos". Esto propicia que el Mensaje Cristiano, no termine de llegar a las personas, por muchos seguidores que tengamos. Esta realidad ya la intuyó en los 60's un experto en comunicación:  Marshall McLuhan. En su libro "Understanding Media: The Extensions of Man" (Comprender los medios de comunicación: Las extensiones del ser humano), nos dejó una frase que evidencia esto: "El medio es el mensaje". 

Actualmente el medio, las formas, el contexto, las apariencias, trasmiten más y mejor que todo lo que decimos. A veces, el medio incluso contradice el contenido del mensaje sin que nadie capte esta inconsistencia. ¿Un ejemplo? El Influencer que habla de fraternidad y amor, compartiendo un mensaje que interpreta como un ataque personal y señalando que "los odiadores" le machacan y propiciando un odio en sentido contrario. Este odio, ideologiza y genera exaltación. Exaltación que, a su vez, atrae a nuevos seguidores. A lo mejor habría que ver en los "mensajes hater", el sufrimiento que hay detrás y compadecerse realmente de quienes los emiten ¿no? En todo caso, nunca hacer publicidad de estos mensajes llenos de dolor. Menos aún, utilizar los mensajes para ideologizar a los seguidores.

Tenemos que ser conscientes que el influencer puede potenciar sesgos que enfrenten, lo que conlleva mayor engaging y atractivo, al tiempo que la Evangelización desaparece inmediatamente. Esto que comento es muy delicado de tratar con cualquier influencer, ya que con la estructura piramidal se potencian los enfrentamientos. Señalar su peligro de generar enfrentamientos, suele tomarse como un "ataque", que se usa y se publica para potenciar más engaging. Es evidente que el ego es un problema que puede llegar a producir mucho sufrimiento al influencer. Ser influencer tiene una parte de sentirse atacado por todos aquellos que no respetan y veneran su relevancia. Lo importante no es generar comunidad sino potenciar la altura que ha conseguido en la pirámide.

Otra estructura social que se ha institucionalizado son los espacio de difusión de materiales. Estos espacios son frecuentes en Whatsapp, Pinterest, Youtube, Telegram, Facebook y otras redes sociales generalistas. En los espacios de difusión puede haber un o varios administradores. Estos administradores controlan el flujo de materiales. A veces permiten que cualquier material fluya, propiciando que estos espacios se conviertan en lugares de spamming, frecuentados por spammers. 

De hecho, existe un spamming católico, que busca darse publicidad en todo espacio social que permita publicar. Tener un espacio de intercambio con una estructura abierta a cualquier material no es muy recomendable, ya que los verdaderos participantes se cansan del spamming y terminan por irse u olvidar el grupo. Hay espacios en los que sólo el administrador comparte materiales. Esta modalidad también termina por cansar a los participantes y propiciar que se desconecten. 

En cualquier caso, hay que ser consciente de varias cosas:

  • Todo espacio social tiene una vida útil. Tras cierto tiempo, terminará por desaparecer. Hay grupos con miles de seguidores en los que estos ignoran todo lo que se publica.
  • La memetización de los materiales evangelizadores lleva a tener que estar renovándolos frecuentemente. Nadie atiende a memes que ha visto 100 veces.
  • El verdadero factor que propicia la evangelización es la necesidad de quien se acerca buscando a Cristo. El mejor evangelizador puede pasarse años y años lanzando la semilla donde la tierra no es fértil. Quizás, con la Gracia de Dios, puede aparecer una persona que realmente necesita y busca a Cristo, y nos permita ser cauce de Él.
  • La evangelización cobra sentido en quien evangeliza y de ahí su importancia para todo cristiano. Las redes sociales son un espacio humano donde encontrar el sentido del Evangelio. En la medida que lancemos semillas con paciencia y esperanza, todo va bien. ¿Dónde están las semillas? Si no encontramos las semillas dentro de nosotros, es que algo no va bien.