Evangelizando en Second Life


Ayer tuve un encuentro de esos que permiten reflexionar sobre el plan de Dios y como es más fuerte que la voluntad del ser humano. Dios sabe tejer terciopelo con briznas de paja.

Les pongo en situación. De vez en cuando suelo visitar un universo virtual llamado Second Life. Allí se vive realmente una segunda vida, ya que posees un cuerpo creado por ti mismo, puedes crear casas, edificios, paisajes y miles de sorprendentes ingenios virtuales. No diré que sea un lugar idílico, porque no lo es. Se pueden imaginar para cuantas cosas puede servir una segunda vida en la que aparentamos no ser nosotros mismos. Por lo tanto no les extrañará que les diga que en este tipo de lugares andan muchas personas desorientadas a las que podemos ayudar.

Hace tiempo alquilé un trocito de Second Life, construí una pequeña capilla y cree un grupo asociado llamado e-Catolicos. Para los que les interese visitar la capilla su dirección es: Qoheleth (55, 83, 24).


Lo cierto que el grupo tuvo un éxito más bien mediocre. Somos tres personas, contando conmigo. Una de ellas nunca se puso en contacto conmigo. Pero la cantidad no es sólo una apariencia que a veces nos confunde. Con el otro integrante ha hablado alguna vez y ayer, charlando virtualmente conmigo, me contó más que sentirse católico, se siente agnóstico. ¿Qué hace un agnóstico en un grupo católico? Evidente, buscar respuestas.

No podemos preveer el momento en que el Señor puede utilizarnos como herramienta y hemos de estar preparados para ello. El Señor necesita herramientas capaces y eso nos lleva a plantearnos las dudas que seguramente otras personas nos planteen en cualquier momento.

Una de las preguntas que mi compañero de grupo de Second Life me planteó fue ¿Qué es la Voluntad de Dios? ¿Cómo saber qué voz escuchar? Hay tantas y todas parecen válidas. Esa pregunta nos la hacemos todos. San Hilario de Poitiers no es una excepción. En el texto que comparto, San Hilario de Poitiers ora a Dios desde sus propias dudas e ignorancias y comparte con nosotros aquello que obtiene de la oración:

Si vuelvo mi espíritu hacia la tierra que, por el dinamismo de unas fuerzas escondidas, descompone todas las semillas que antes ha acogido en su seno, las hace germinar lentamente y las multiplica, después las hace crecer, no encuentro allí nada que pueda comprender con mi inteligencia; pero esta misma ignorancia me ayuda a discernirte, a ti, puesto que, si soy incapaz de comprender la naturaleza que ha sido puesta a mi servicio, sin embargo te encuentro a través de este mismo hecho de que ella está allí, para mi uso.(San Hilario de Poitiers. La Trinidad 12, 52-53)

En nuestra inmensa ignorancia ¿Dónde encontrar un lugar donde apoyarnos con firmeza? ¿Dónde encontrar una fuente de discernimiento para separar el trigo de la paja? Sin duda el discernimiento es complicado. Lo que desearíamos sería una respuesta directa y concluyente. Cuando nadamos en el mar de la dudas, queremos algo en lo que apoyarnos y no sutilezas o complicadas teorías. Pero Dios respeta la libertad y nunca responde de forma impositiva. Dios nunca está en el trueno o el huracán, sino en la tenue brisa (1 Reyes 18, 9-13)

¿Dónde encontrar apoyo en nuestras dudas? En todas partes. De Dios nos habla todo y nos habla de manera coherente. Cristo es el Logos, Palabra que es sentido y coherencia universal. San Hilario ve en la creación el reflejo de Dios y ve que es coherente con lo revelado por Cristo. Ve que ante sus dudas y sus ignorancias, todo lo creado le habla a su oído. Incluso las ignorancias de sobre si mismo, le hablan de Dios.

Aquello que anhela, es un reflejo que Dios ha puesto dentro de nosotros. Las dudas hablan de qué es Dios, porque en aquello que necesitamos “En efecto, aunque yo no los puedo comprender, sí tengo experiencia de los movimientos de mi espíritu que juzga sus operaciones, su vida, y esta experiencia te la debo sólo a ti, a ti que me has hecho participar de esta naturaleza sensible que me da un gran gozo, aunque su origen se encuentra más allá de lo que alcanza mi inteligencia.” (San Hilario de Poitiers. La Trinidad 12, 52-53)

El texto-oración de San Hilario desborda la sensibilidad de quien necesita de Dios y no Lo encuentra. ¿Dónde está Dios? En todos los signos que nos rodean. ¿Por qué esta generación necesita de un signo? Porque el ansia de Dios está dentro nuestra y los signos aparecen como las luces que nos ayudan para andar el camino.

Cristo nos dijo “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por Mí” (Jn 14, 6) El Camino se anda de una única forma “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16,24) Pero este Camino no es fácil de aceptar a la primera “Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.” (Mt 7,13-14) Pero quien anda por el Camino se da cuenta que está repleto de coherencia y sentido.


Los mundos virtuales son lugares de encuentro y Dios también está presente entre el enjambre de bits que recorren las redes. Dios está presente donde dos o tres nos reunamos en Su Nombre (Mt. 18,20).

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