Los trolls son una de las plagas más conocidas y extendidas dentro de las redes sociales. Recientemente, las universidades canadienses de Manitoba, Winnipeg y British Columbia han publicado un interesante estudio sobre estas peculiares personas. El estudio se denomina: “Trolls just want to have fun”, Los trolls solo quieren divertirse.
Entre los internautas entrevistados el 5,6% reconocía que actuaban como trolls y que disfrutaban con ello, "trolleando" a los demás. Los investigadores indican que es posible que el número de internautas que realmente hacen de trolls en alguna ocasión, puede estar cercano al 50%
"Los trolls que se reconocen como tales, indica que “gastan” 11 horas a la semana a su afición a molestar. Entre los casos registrados, un individuo reconoció pasar 79 horas a la semana actuando de troll. Esta cantidad de horas se corresponde al doble de la jornada laborar semanal.
Las características psicológicas de los trolls se basan en la psicopatía, narcisismo, maquiavelismo y sadismo. Siendo el sadismo la que más frecuentemente aparecía. Los trolls son sádicos en dos variantes: sadismo directo, al disfrutar provocando daño a un tercero, y sadismo indirecto, que se manifiesta por ejemplo al gozar con chorros de sangre realistas en los videojuegos. Disfrutan viendo sufrir a la gente.
Esta peculiaridad nos permite darnos cuenta que la diversión es lo que les motiva y si esta diversión no existe, el trolls cogen las maletas rápidamente y se marchan a buscar otra víctima. ¿Cómo conseguir que la diversión no se produzca? Les recomiendo las siguientes actitudes:
- No evidenciar disgusto o fastidio. Si el troll no encuentra su alimento, desaparece. Si contestamos amablemente y les agradecemos sus comentarios, reseñando que hemos encontrado algo positivo en sus mensajes, se esfuman en la mayoría de los casos.
- Cuando no desaparecen, la siguiente opción ignorar su acción. Tras un tiempo, seguramente se termine por marchar, pero a veces el problema no que no le contestemos. A veces lo que les motiva es algo que se dice en nuestro blog y emprenden una “apasionante y justa” cruzada contra nosotros.
- Si ignorar al troll no da resultado, nos quedan dos opciones: bloquear su acceso a nuestro blog/contenidos en la red social o impedirle hacer comentarios. La primera opción no es siempre posible, pero la segunda siempre está en nuestra mano.
Pero no todos los trolls son malintencionados. Mi experiencia me ha llevado a encontrarme también con trolls buenos y bien intencionados. Es decir, personas que amablemente te tienen dando vueltas a un tema durante días, semanas o meses. Su intención es loable y su comportamiento sincero, pero generan estrés con sus constantes comentarios y sobre todo, hacen perder mucho tiempo. En estos casos, lo mejor es cerrarles el acceso a nuevos contenidos sin demostrar fastidio. Simplemente notarán que publicas menos o dejas el tema que es tan importante para ellos. Normalmente esto les calma y terminan por buscar otros espacios más divertidos u otras personas que les respondan según ellos desean.
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