El medio y el entorno: el micrófono y la liturgia.


Estimado lector. Continúo con la traducción de la conferencia ofrecida por Monseñor Domenico Pompili, subsecretario de C.E.I. y Director de la Oficina Nacional para las Comunicaciones Sociales en la Congreso sobre los habitantes digitales titulado "Implicaciones del contexto social, ético y cultural del nuevo contexto existencial". Doy de nuevo gracias al P. Antonio Spadaro S.I.,  por publicar el original del texto en su blog Cyberteología.

Recuerdo al lector que los textos entre corchetes [---] son adicciones que he realizado para contextualizar el texto y hacer más fácil su lectura. Tras el texto comentaré brevemente su contenido.

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En Understanding Media (1964), Marshall McLuhan, (que este año cumple el centenario del nacimiento) escribió que los medios son, ante todo, extensiones de nuestros sentidos (oído en la radio, la fotografía del ojo...) y "traductores" de la experiencia, "metáforas activas" (metáfora proviene de meta-ferein: transporte) que la transforman, y nos permiten "dejar ir" o "recogerla con una nueva forma". Los medios de comunicación no son, por lo tanto, instrumentos, sino ambientes [entornos] de experiencia. Y mientras no actúen en sentido determinista, su sola presencia modifica, de manera que se podría llamar "ecológica", el ambiente [entorno] que nos circunda, que englobándolo, se redefine y cambia.

Un ejemplo interesante, sugerido por el mismo McLuhan en 1974 (y recientemente recordado por Antonio Spadaro, 2011) son los cambios en la liturgia por la utilización del micrófono. Lejos de ser simplemente un amplificador, neutro, de la voz humana, ha cambiado el entorno de la comunicación de una manera tan profunda, que lleva a la reformulación de la propia Liturgia. La introducción del micrófono, por una partr, ha coincidido con el abandono del latín (en el que la palabra en forma de susurro juega un papel importante y donde el micrófono no respeta la distinción de estos sonidos. McLuhan 2002:127) y la difusión de la lengua vernácula (que es "estrictamente horizontal, en su empuje y en su abrazo, y el Latín tiende al ascetismo y la especialización vertical", ibid, p. 129). 

Además de la llegada del micrófono, también es reseñable la dirección del oficiante hacia los fieles, en lugar de hacia el altar (es decir, una experiencia de visualización diferente), con importantes consecuencias en términos de sonido: [hemos vivido un cambios desde] la concentración de la atención hacia una única fuente [de sonido] a un espacio auditivamente difuso, donde "el público y el micrófono se mezclan con la lengua vernácula, lo que crea una especie de "burbuja de sonido" que involucra a todos. Sin el micrófono, el orador es el centro único, [pero] con el micrófono, el [orador] está en todas partes al mismo tiempo – esto evidencia  el "envejecimiento" de la arquitectura de las iglesias "(ibid., 126), que se vuelve "inadecuada debido al sistema de comunicación multi-direccional" [necesario en la actualidad] (ibíd., 155).

El micrófono incorpora a todos [los asistentes], de forma individual, en un espacio auditivo homogéneo y sin dirección, y que sobre todo, "rompe el equilibrio [tradicional] entre la presencia auditiva y la presencia visual" (Illich 2009: 118) además, sugiere un sentido de intimidad ficticia que procede de la charla amplificada de un personaje lejano "(ibíd.).

Junto con otros dispositivos técnicos, micrófono y altavoces se encargarían de la "disolución de la palabra en mensaje" y de la deslocalización omnipresente de una diversidad de “locutores”. Mientras, indica Illich, "sólo la viva voz  tiene el poder de generar una concha [campana o entorno] en la que el orador y su auditorio se reúnen en el lugar de su encuentro" (ibíd., 119).

Este sencillo ejemplo confirma la no-neutralidad de los medios de comunicación. Tampoco vale la pretensión ingenua de que la técnica puede ser buena o mala dependiendo del uso que se haga de ella, porque el cambio [que acontece, no se produce por] el uso bueno o malo [que se dé a los medios], sino el hecho de que los utilizamos.

El micrófono sigue siendo un objeto reconocible, que puede ser negado. Pero ¿qué posibilidades hay hoy para distanciarse de un mundo que se ha convertido en post-mediatico, donde las fronteras entre el entorno [creado por los medios tecnológicos] y las herramientas [tecnológicas] son cada vez más borrosa, y donde estamos ahora inseparablemente unidos a nuestras prótesis tecnológicas?

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Paso a comentar el texto. Permítanme confesar que este texto está dando lugar a una profunda reflexión en mí. Los medios no son todo lo transparentes que pareciera, es evidente, pero no por ello tenemos que pensar en una que distorsionan la realidad, sino más bien que la amplían, modificando el entorno conocido previo.

Ciertamente, el la megafonía en los templos ha producido un cambio ambiental en la Liturgia que ha sido aceptado de manera inconsciente por la inmensa mayoría de los fieles. ¿Por qué no nos hemos dado cuenta de este cambio? Humildemente, creo que se debe a que sentíamos la necesidad de este cambio y una vez producido, no hemos reparado en sus consecuencias. Consecuencias que pueden valorarse con una relación de mejoras-pérdidas, pero que también podemos entender dentro de un análisis más profundo como una relación de oportunidades-amenazas. Con este análisis nos adentramos dentro del campo de la estrategia y eso es muy interesante, ya que dejamos de entender la realidad como algo estático para pasar a entenderla como algo que se crea y recrea constantemente. Nosotros somos parte activa de lo que sucede y no simples espectadores pasivos.

Las nuevas tecnologías de la información no son algo bueno o malo, aunque su uso pueda ser positivo o negativo. Las TIC son una herramienta disponible que hay que dominar, utilizar con responsabilidad y mucho conocimiento.

Hay personas dentro de la Iglesia que desdeñan el interés que existe en estar presentes en esta revolución tecnológica. Parece que lo importante no es el medio, sino el mensaje. Habría que comentarles el ejemplo del micrófono y profundizar en los aspectos que se reseñan en el texto: el medio se convierte en mensaje y deja obsoletas las infraestructuras previas. Si parcheamos sin más esta obsolescencia, recogeremos consecuencias que no llegaremos a entender nunca, ya que ignoramos de dónde provienen. Ahí es dónde encuentro el principal peligro-amenaza.

Un ejemplo adicional. Imaginemos una realidad humana como es la amistad. En el siglo V antes de Cristo, los amigos se conocían y hablaban para compartir y vivir su amistad. Llegó la difusión de la escritura y los amigos que se separaban, empezaron a sentir la necesidad de escribirse para continuar su amistar más allá de los límites de su presencia. Aunque esto conllevaba con muchas limitaciones, si los amigos sabían escribir y leer y además podían enviar con una tercera persona el mensaje, lo lógico era comunicarse. Si un amigo no le escribía a otro, el primero sentía que su amistad se había roto. Es decir, empezamos a entender la amistad por medio de la escritura. Después vino el correo postal. Seguro que todos hemos oído esta frase: “Si no me mandas una postal de tu viaje, me enfado contigo”. Ahora tenemos las redes sociales virtuales. “Si no intercambiamos materiales y mensajes en Facebook, es que no quieres saber nada de mi”. Las prótesis tecnológicas amplían y llevan la amistad más allá de los límites previos, pero también es evidente que la amistad se condiciona a su uso. El tema da para reflexionar mucho y profundamente.

Si llevamos esto a las comunidades cristianas, no tardaremos en entender que dentro de muy poco, si la comunidad real no tiene presencia y actividad en las redes virtuales, no existe. Este plazo de tiempo es un ya mismo, para los nativos digitales más jóvenes.

Algunas personas se echarán las manos a la cabeza. Se peguntarán con asombro ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? A estas personas les haría la siguiente pregunta ¿Por qué los Apóstoles escribían a cartas a las comunidades que fundaban? Una vez dejado el mensaje y una estructura ¿Para qué más? Si la comunidad no recibía una carta de su fundador, seguro que se sentía dejada de lado y separada. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Pues tiene mucho que ver. Nos encontramos de frente con los entornos de experiencia, que exceden los medios en si mismos. Los medios no son neutrales, ya que se convierten en prótesis sensoriales que condicionan nuestra realidad y nuestro entendimiento de la misma.

¿Qué características de las comunidades cristianas ampliarán (y ya se amplían) los nuevos medios? ¿Qué perderemos y qué ganaremos? ¿Cómo gestionar este proceso con responsabilidad? Muchas preguntas me vienen a la cabeza.

Ánimos en el proceso de entender qué representan las TICs en la Iglesia actual y qué representarán según se asimilen dentro de nuestra sociedad.

Estimado lector, no dude en compartir con nosotros lo que crea necesario. Comunicando y compartiendo, aprendemos todos. Gracias

2 comentarios:

  1. Me ha parecido un post muy interesante, sobre todo porque muestra cómo los medios no son simples medios, cuya bondad dependa únicamente del fin con que se usan: la realidad se transforma y eso es siempre una oportunidad y un riesgo. Hay que medir y estar atentos.

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  2. Gracias P. Joan. Los medios no son tan neutros y transparentes como a veces nos parecen. Pero lo maravilloso es que la no neutralidad puede ser una oportunidad. Un abrazo en Cristo :)

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