Estamos en la última entrega de mis comentarios al mensaje del Santo Padre para la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales.
El Santo Padre nos propone "promover una comunicación verdaderamente humana", que analice el nuevo fenómeno comunicativo "más allá de todo entusiasmo o escepticismo fácil".
La contribución de los creyentes debe ayudar "al propio mundo de los medios de comunicación, abriendo horizontes de sentido y de valor que la cultura digital no es capaz por sí sola de entrever y de representar".
El Papa se da cuenta que la único elemento estable y capaz de sustentar la comunicación a través de las nuevas tecnologías somos nosotros mismos. Siempre que seamos capaces de comunicarnos transparentando nuestra humanidad con honestidad y verdad.
¿Fácil? Me temo que no. Ante los medios digitales podemos caer en los extremos del escepticismo o del entusiasmo gratuito. El escepticismo nace de la desconfianza hacia la voluntad de Dios de hacerse presente en todas partes y a través de todos los medios. Los nuevos medios son un reto y una oportunidad, pero no son una panacea. Si creemos que todo se acaba con ponernos a charlar sobre el kerigma en las redes, nos encontraremos con una decepción. No van por ahí los tiros.
Se trata de construir un nuevo soporte para el Mensaje de Cristo que se base en las nuevas tecnologías, pero este nuevo soporte tardará en presentarse con forma definida. Mientras tanto, tenemos que ser pacientes y ganar la necesaria experiencia para contribuir a su construcción.
Me atrevo a decir que el soporte tendrá su sustento en comunidades de católicos que compartirán los frutos de su vida de Fe en espacios nuevos, que solo podemos intuir ahora mismo. Estos espacios serán principalmente asíncronos, ya que estaremos involucrados personas de todo el mundo, con vidas muy dispares y horarios contrapuestos. Necesitaremos de líderes capaces de sostener y dar sentido a estas comunidades. Estos líderes no tienen porque ser unipersonales, sino que podrían conformarse a través del trabajo colaborativo de varias personas. Liderazgo compartido.
Tendremos que aprender a dejar nuestro protagonismo personal a un lado y aceptar el protagonismo de la comunidad en su totalidad. Los aportes de cada uno de sus miembros son importantes y todos son imprescindibles. Lo principal es construir entre todos estos espacios de comunicación. Trabajo colaborativo.
La comunidad intercambia, dialoga, se expande y proyecta fuera de si misma. Busca las fuentes de su Fe y las comparte en nuevos formatos digitales. Medita la razón de ser y la presencia del Señor cada vez se trabajan juntos. Aprendizaje colaborativo.
La comunidad real no perderá importancia, ya que la vida de Fe deberá sustentarse en la realidad física o perderemos el norte muy pronto. La comunicación en las redes nos debe permitir contactar con personas del nuestro entorno local y cimentar comunidades reales más vivas.
Pero aún tenemos que superar nuestros miedos, cómodas incomunicaciones, egoísmos personales y elitismos grupales. Unidos en el Señor y compartiendo lo que somos, sentimos, sabemos y hacemos, lo podemos todo.
El Señor dijo: Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: "Arráncate y plántate en el mar", y os habría obedecido. (Lc 17,6)
Todo un reto que sin la gracia y la ayuda del Señor no es posible superar. Dios nos ayude :)
Preguntas: ¿y ahora qué hacer? ¿Por dónde empezar? ¿Estoy dispuesto a ir dando pasos para hacer presente a Cristo en la Red? ¿Sólo o mejor acompañado? ¿Dónde encuentro a otras personas para empezar a construir juntos? ¿Que puedo aportar yo? ¿Que tengo que recibir de los demás?
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